Logotipos para asociaciones: un proceso participativo

Suponga que una organización quiere diseñar un logotipo nuevo. Porque no tiene, o lo quiere cambiar, o es para un evento… Suponga que a esa organización pertenecen muchas personas, y que de manera razonable quieren estar implicadas en el diseño del logotipo. Suponga que todas pueden dar su opinión sobre las propuestas y la evolución del logotipo. Suponga que van haciendo propuestas alternativas, juicios sobre la capacidad del diseñador y del responsable del proyecto, y hasta suposiciones probablemente injustificadas sobre sus parientes cercanos.

Votación de un logotipo

Cuando se entra en esta situación, se suele terminar de tres maneras: o bien no se termina el logotipo y se mantiene lo que fuera que hubiera antes; o bien el responsable impone su criterio, con el lógico malestar de buena parte de la membresía; o bien se escoge por votación uno de los logotipos que proponen los miembros por su cuenta, que por supuesto no es profesional, pero representa algo importante para ellos.

Ninguna de estas salidas es satisfactoria. Por suerte, hay un método que permite combinar lo mejor de estas opciones, y conseguir un logotipo profesional, profundo, y que represente a todo el mundo.

Los factores en juego

Hay que entender que hay varios factores influyendo al mismo tiempo en un proceso participativo de diseño.

Hay mucha gente dispuesta a opinar. El diseño gráfico es una de aquellas materias en las que todo el mundo es experto y sabe lo que es mejor para su organización. Y, naturalmente, lo hacen (opinar). El problema es que hay una opinión por cada persona, y son todas contradictorias. Sería bueno si se pudiera limitar esta fase de opinión y hacerla llegar a una conclusión satisfactoria.

Un logotipo impuesto, o decidido por unos pocos, será muy fácilmente impopular. Por muy bueno que sea, si no han participado en el proceso, es muy probable que los miembros de la organización lo rechacen. Es importante que puedan participar de una manera decisiva.

El diseñador hace lo que puede para entender a la organización, pero difícilmente la podrá llegar a entender como una persona que está dentro, muy implicada y parte de la comunidad. Los miembros tienen una visión mucho más profunda, y las propuestas que generan pueden tener un “insight” (visión profunda) que el diseñador no puede tener.

Un grupo grande no puede dirigir un proceso de diseño. El proyecto se vuelve indirigible, es imposible tomar decisiones, y al final se termina abandonando o aceptando cualquier cosa. Un proceso de diseño que involucre al grupo debe estar bien pensado, debe permitir la participación de todos, pero sin entrar en esas situaciones de bloqueo.

El proceso participativo

La metodología que vamos a describir permite obtener lo mejor de los dos mundos: un diseño profesional, con la mejor aportación de los miembros, y resultando en un logotipo ampliamente aceptado por la organización.

Este es el funcionamiento.

1. Concurso de diseño

Se convoca un concurso de diseño entre los miembros. Se recogen propuestas durante un tiempo, sin abrirlas, simplemente se van guardando.

2. Filtro por un jurado experto

Se forma un grupo pequeño, con representación de la dirección, de los miembros, quizás de otras organizaciones implicadas, y al menos un profesional del diseño, alguien que conozca el arte de crear una imagen corporativa.

Este jurado se encarga de revisar y evaluar las propuestas que se han recogido, seleccionar las que tienen potencial, y crear una lista de p.e. 20 a 30 propuestas. Normalmente no habrá más, ya que es difícil generar más conceptos sin que se repitan mucho. Estas propuestas incluirán una buena variedad de estilos y conceptos.

3. Votación popular

Las propuestas se exponen en algún lugar accesible y se pide a los miembros que las voten. P.e. se pueden poner en un grupo de Facebook y hacer recuento de “likes”. Se puede hacer con cualquier sistema que permita ver las propuestas y votarlas, hay muchas opciones.

4. Elaboración de las propuestas más votadas

Normalmente habrá de 3 a 5 propuestas que destacarán especialmente. Ahora hay que desarrollar esas propuestas, por parte de un diseñador profesional. Se les da un toque profesional, se asegura que se puedan usar en cualquier circunstancia, en definitiva se hacen logotipos de verdad a partir de esas propuestas.

5. Votación de las propuestas finales

Se vuelve a someter a la valoración de los miembros las propuestas más populares, ya convertidas en logotipos. Si no hay un ganador claro, se puede descartar los menos votados y volver a votar. Al final debe quedar un ganador claro.

6. Finalización y créditos

Se termina el logotipo escogido finalmente: versiones cromáticas, manual de marca, papelerías, otras aplicaciones, etc. Se presenta el logotipo en público, otorgando crédito al miembro (o miembros) que ha hecho la propuesta inicial.

Ventajas de este proceso

  1. Hay un sentimiento de participación por parte de los miembros. Las decisiones las toman los miembros, no un grupo cerrado de VIPs.
  2. Sirve para cualquier organización que tenga muchos miembros con voz y voto: asociaciones, ONGs, empresas, comunidades de vecinos, escuelas…
  3. Un proceso participativo así es noticiable, es una oportunidad excelente para darle mucha difusión y hacer relaciones públicas.
  4. El logo que se obtendrá probablemente tendrá profundidad, un significado profundo para los miembros.
  5. Hay poco rechazo al nuevo logotipo, ya que es un logotipo acordado, no impuesto.
  6. El logotipo se diferenciará fácilmente de los de otras organizaciones similares.

Cuándo no sirve este proceso

No es adecuado plantear este tipo de proceso en dos casos:

  • Cuando realmente se trata de un rediseño. Si hay un logotipo con un concepto ampliamente aceptado que hay que conservar, no hay espacio para plantear un concurso, simplemente hay que hacer un rediseño del logotipo. El objetivo es crear un logotipo moderno y profesional, que conserve la esencia del actual, de modo que todo el mundo vea que es el mismo logotipo, modernizado.
  • Cuando la intención es ahorrar el coste del diseño. El concurso sirve para hacer participar a los miembros y conseguir conceptos potentes, pero el diseño final lo debe hacer un profesional, que normalmente querrá cobrar por realizar su trabajo. Este diseño profesional no se puede ahorrar, y tampoco sirve alguien que hace sus pinitos con el Photoshop, debe ser hecho por un profesional.

En qué podemos ayudar

Logorapid es un estudio de diseño gráfico especializado en el diseño de logotipos e imagen corporativa (entre otros). Nuestra participación en este tipo de procesos incluye:

  • Ayuda en la preparación de las bases del concurso y el proceso a seguir.
  • Asistencia en la selección del jurado, e introducción a los aspectos técnicos que deben considerar.
  • Soporte en el primer filtro: selección de las mejores propuestas, identificación de los “insights” más potentes.
  • Diseño profesional de las propuestas seleccionadas.
  • Desarrollo completo del nuevo logotipo.

Si está interesado en diseñar o rediseñar un logotipo para su organización, póngase en contacto con nosotros y hablaremos de su proyecto.

One Response to Logotipos para asociaciones: un proceso participativo

  1. Excelente el artículo, muy bien explicado y explicito tanto para diseñadores como para entidades corporativas que estén pensando en cambiar su logotipo o crear uno nuevo

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